Reflexiones de una montañista que sabe que si entrena va a llegar a la cumbre y se vale escuchar a su cuerpo

Solo ve

¿Cuántas veces te has despertado sintiéndote cansado, sin ganas de hacer nada? Tu cuerpo se siente pesado, la mente se dispersa y las excusas aparecen infinitas:

“No voy a entrenar hoy.” “¿Y si me lastimo?” “¿Para qué intentarlo si sé que no lo haré bien?” “Mejor me quedo en la casa viendo películas.” “Qué flojera, es solo un hobby”.

Créeme, te entiendo.  A mí también me pasa más seguido de lo que imaginas.

A pesar de que me encanta entrenar y ese amor que me empuja a subir montañas, también soy humana, vulnerable y, algunos días, simplemente quiero rendirme. Pero las montañas no se suben solas. 

Hoy fue uno de esos días. Me desperté y, en mi cabeza, mis monstruos bailaban con susurros que decían:

“Descansa, nadie se va a enterar.” “El entrenamiento puede esperar.” “No tienes que ser fuerte todos los días.” “¿Y si todo esto es demasiado para ti?”

Pero entre ese ruido, apareció otra voz, valiente y tranquila.

No me gritó.  Solo me dijo:

“Ve igual. No para demostrar nada.  ¡Solo por ti!

💡 TETON TIP: Escucha a tu cuerpo... no a tus miedos. Aprendí que hay una diferencia gigante entre cuidarte y esconderte. La montaña —y la vida— me han enseñado que no todo esfuerzo tiene que ser gigante, pero sí honesto.  Llegar, aun lento, ya es conquistar una cima interna.

Así que fui.

Me puse lo que tenía más cómodo, agarré mi termo y entrené.  No buscaba romper mi récord.  Solo quería volver a sentirme viva, recordar mi “por qué”. Y fue justo ahí, en ese entrenamiento que casi abandono, donde todo cambió. Sentí como el cuerpo, con todo y que me sentía cansada, empezaba a responder y fluía.

La mente, en vez de sabotearme, se fue calmando. Al ver a mi alrededor y ver la energía de las demás personas, ver lo verde del lugar, conecté.  No fue mi mejor día.  Pero lo di todo con lo que tenía. Y eso, para mí, fue más que suficiente.

💡 TETON TIP: Entrenar es mucho más que mover el cuerpo.  Subir una cima exige fuerza y corazón.  A veces, el verdadero entrenamiento es mental y consiste en levantarte incluso cuando la motivación se esconde. Esa constancia, esa terquedad amable, es la que verdaderamente transforma.

Cuando terminé, no hubo celebraciones épicas. No rompí récords. Pero sentí un orgullo silencioso, ese que solo aparece cuando escoges hacer lo difícil. Elegirte a ti. Y di lo que tenía. Ni más ni menos. Y eso bastó.

Porque, como dice James Clear en su libro Hábitos Atómicos: 

“Si mejoras solo un 1% cada día, al final del año serás 37 veces mejor que cuando comenzaste.”

Esa frase me acompañó todo el día de regreso.  Entendí que no necesito ser extraordinaria cuando simplemente puedo ser constante.

💡 TETON TIP: Tu 1% de hoy será la base de tus aventuras.  Las cimas se conquistan con esos pasos pequeños y persistentes. Entrenar aun cuando no hay ganas es tal vez el entrenamiento más valioso de todos, porque lo que se fortalece en silencio es la mente.

La vida, igual que el entrenamiento, está llena de días grises, días donde te preguntas en dónde están tu energía y tu motivación. Pero es este momento que estás construyendo una versión de ti increíblemente confiable y resistente. 

Hoy no entrené con fuerza, pero sí con amor. Sé que no fue mi mejor día, pero avancé. Y eso, hoy, es suficiente.

💡 TETON TIP: Te invito a leer el libro “Hábitos Atómicos” de James Clear; es un libro que, con peras y manzanas, te explica cómo pequeños cambios, todos los días, pueden hacer la diferencia.

¿También tienes días así?

De esos en que las ganas le ganan a las ganas de rendirse.

Recuerda que no estás solo.

¡Nos vemos en la montaña!

 

Y tú, ¿qué opinas?

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